Es el consejo que
nos da el Papa y al que yo también me suscribo y tomo. Porque, conocer a Jesús
exige eso, la lectura y encuentro con Él cada día a través de su Palabra. Una
Palabra que encontramos en el Evangelio de cada día y que podemos llevar con
nosotros para que en cualquier momento encontrarnos – a través de su Palabra –
con Él. También podemos tenerlo a nuestro alcance en el móvil u ordenador por
medio de Internet.
Es posible que alguien
te pregunte, ¿Quién es Jesús? Y que desee conocerlo. Ese es el camino, hablar
con Él a través de su Palabra en el Evangelio e irlo conociendo y, sobre todo,
experimentándolo. Porque la única forma de conocer a alguien es hablar e
intimar con él. Por tanto, desde estas humildes líneas invito a todos los que
quieren conocer a Jesús que tomen el Evangelio – su Palabra – le escuchen y
traten de vivir lo que Él les dice. Seguro que experimentaran en sus vidas gran
gozo, paz y alegría.
Por otro lado, la
cruz – crucifijo – representa el signo de nuestra salvación. Hemos sido salvado
en y por una muerte de cruz. De manera que el crucifijo simboliza la medida de
amor que el Señor ha dado por nuestra salvación. Y cada vez que lo abrazamos nos
experimentamos salvados. Nuestra vida da su testimonio cuando su coherencia se
identifica con ese signo de cruz y con la vivencia del Evangelio. Entonces la
vida se hace luz al transmitir la Palabra desde la cruz.
Nuestra razón
marca nuestra ley y toda respuesta la buscamos dentro de ese marco que la ley
de nuestra razón la define como realidad. Todo lo que se escape de ahí nos
parece surrealista e imaginario. El pueblo de Israel tiene su Ley, que ya
dominan los sacerdotes y levitas y son ellos los que la interpretan. ¿Quién es
ese Juan que nos rompe ahora nuestros esquemas?
Posiblemente también a nosotros el Evangelio – la Buena Noticia – nos rompe el esquema de nuestra vida, nuestros proyectos y donde tenemos nosotros puesto el objetivo de nuestra felicidad. Y Juan para el día de hoy – posiblemente hay muchos – sería un incordio que nos molesta y nos rompe nuestras ideologías. Quizás por eso la Iglesia, que sigue como el Precursor la estela de Jesús, ese que Juan anunciaba, es tan perseguida. Es tiempo, son tiempos estos de revisarnos y de ver de que parte estoy yo, de la ley o del amor.