jueves, 27 de junio de 2013

EL APOYO DE MI VIDA


(Mt 7,21-29)

¿Dónde y cómo edifico mi casa? ¿En dónde construyo y apoyo mi vida? Son interrogantes qué deben estar presentes en todo momento en mi camino, porque de no ser así, mi vida puede ser construida de forma imperfecta, débil y fácil presa para los avatares de la vida que le puedan afectar.

Es atrayente el gastar lo menos posible, tanto económicamente como físicamente, en el proyecto de mi vida. Una vida fácil, cómoda, sin muchos esfuerzos y placentera apetece mucho. Y es buscada por mucha gente. Diría que todos estamos tentados por esa apetencia. Sin embargo, esa aparente felicidad construida de forma fácil no se sedimenta ni apoya en sólidas estructuras que la sostenga en momentos adversos y de tormentas.

La experiencia nos dice que lo que se consigue sin esfuerzo y de forma fácil no es tan bueno como se espera. Lo mal construido se vendrá también fácilmente abajo. Mi vida de relación con Jesús de Nazaret necesita cuidados extras que la fortalezca y la sostenga. La planta si se abandona, muere. Y de la misma forma ocurrirá con mi vida cerca de Jesús. Necesito regarla y abonarla cada día.

La Eucaristía y la Palabra son dos abonos indispensables para mi vida de relación con Jesús. Ellas me darán vitalidad, fortaleza y perseverancia en mantenerme cerca de Jesús, y en su proximidad y por su Gracia podré llegar a cumplir su Voluntad. Su Madre, María, así lo hizo, y nos puede ayudar a servirnos de guía para también nosotros, en el Espíritu Santo, y acompañados con su ejemplo, seamos fieles seguidores de su Hijo Jesús.