sábado, 1 de octubre de 2022

LA ALEGRÍA Y FELICIDAD DE SABERNOS SALVADOS

Lc 10,17-24

¿Están nuestros nombres escritos en el Cielo? Esa es la cuestión y lo único importante y de valor en este mundo. Porque, de no estar escritos, todo lo demás no cuenta. Es cosa de cuatro días. Por eso, me pregunto: ¿Merece la pena estar inscrito en la lista para ir al Reino de los Cielos? Y me respondo: De no estar inscrito mi vida pierde todo valor y sentido. Porque, ¿de qué me vale ganar todo lo que se pueda ganar en este mundo si pierdo la Vida Eterna en plenitud de gozo y felicidad? ¿Tiene eso sentido?, me pregunto.

La verdadera alegría es la de sabernos salvados – inscrito en el Reino de los Cielos – por la Misericordia Infinita de nuestro Padre Dios. Porque, eso significa que la muerte está vencida y ese momento, que sabemos que llegará, será simplemente el paso – viaje – hacia la Vida Eterna en la Gloria de Dios Padre.

Pero, para que eso sea así, nuestro primer paso es creer y abrir nuestro corazón a la Palabra del Señor. Dejar que su Luz, su Verdad y su Vida inunde todo nuestro ser y nos llene de esa paz y alegría que, a pesar de las dificultades y sufrimientos, sepamos con gozo y llenos de paz sabernos salvados para la gloria eterna.

Abramos nuestros oídos y escuchemos lo que Jesús nos dice en el Evangelio de hoy sábado: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».

¿No nos damos cuenta que somos unos privilegiados? ¡Jesús, el Señor, nos llama dichosos! Y en realidad lo somos porque hemos recibido el don de la fe. Una fe que buscamos y pedimos cada día y que, injertados en Cristo Jesús, tratamos de sostener y aumentar en nuestro corazón, ¡Alabado sea Dios!