Tus actos de
servicio que sean por amor y no para que te vean, lucirte o buscar recompensa.
Dios, tu Padre lo ve todo, incluso lo que hagas en secreto o tratando de esconderte.
Tú, busca vivir en el amor sin condiciones mostrándote servicial y generoso en
lo secreto, sin lucimiento ni aspaviento. De buscar lucirte y que te vean
perderás tu recompensa en el Cielo, pues ya has sido pagado en la tierra.
Tu amor debe
buscar el servicio, la bondad y la misericordia sin condiciones y sin
lucimiento. Sólo amor como el que recibes de tu Padre Dios. Precisamente, el
tiempo de Cuaresma nos invita a eso, a seguir a Jesús en su camino de ascenso
hacia Jerusalén. Próxima parada la Pascua, sin multitudes, ni acompañamientos. Jesús
en su subida se va quedando sólo hasta el extremo que llegada su hora y su
Pasión, sólo su Madre, algunas mujeres y Juan, el discípulo amado le acompañan
en la cruz.
Al recibir la ceniza, en la misa del miércoles, llamado miércoles de ceniza precisamente por eso, nos comprometemos a seguir a Jesús, a experimentarnos solidarios con Él, y, arrepentidos, caminar hacia nuestra conversión a una vida nueva según nos propone el Evangelio. Y, precisamente, en ayuda a este esfuerzo y camino, la Iglesia nos propone tres actitudes que darán fuerza a nuestra conversión: limosna, oración y ayuno. Nos ayudarán a salir de nosotros mismos y a sentirnos libres configurando nuestro sentir interior con Jesús en su Pascua de Resurrección.