jueves, 18 de diciembre de 2008

EL ÚLTIMO HOSPICIO (III)


En la época Franquista, España creció en bienestar y seguridad. No había libertad política, eso creo que es cierto, pero si libertad de tomar tus propias decisiones, educar a tus hijos como quisieras, y, de alguna forma, hacer lo que creías más conveniente. Lo que no podías era revelarte contra el regímen y sus normas, pero, a mí manera de ver, no era necesario, porque tenías libertad para dirigir tu vida y buscar una mayor justicia e igualdad.

En la época Franquista se hicieron grandes obras hidráulicas. Se instaló la primera potabilizadora de Europa, concretamente en mi isla, y gracias a eso se desarrolló la industria turística. Se fundó la base que hoy constituye la Seguridad Social. España puede presumir hoy de una Seguridad Social sanitaria que no la tienen muchos países, ni siquiera los Estados Unidos de América. Se protegía a la familia, posiblemente más que ahora, en todos los ordenes tanto material como espiritual, en proporción a los medios y posibilidades de aquella época.

Las personas eran libres pues habían algunos que, contrarios a la Iglesia, optaban por vivir de acuerdos con sus ideas. Y se le respetaba. Otra cosa era que la misma sociedad lo excluyera, como ocurre ahora con los xenófobos y racistas, o, simplemente, clasistas. Y dentro de esa sociedad excluyente los había de todo tipo e ideologías.

Hoy pasa un tanto lo mismo. Hay muchos que aceptan y bautizan a sus hijos presionados por el entorno social y por la tradición. Siempre han existido manipuladores que arrastran a otros que no saben guiarse o no tienen las ideas claras. Hoy, en ese sentido, somos mucho menos libre, pues los medios y los grupos de poder nos comen el coco y manipulan. Llega la Navidad y a consumir, y no vale decir que somos libres, pues te rodean de unas circunstancias que te ves abocado a rendirte y caer en sus redes.

Creo, honradamente, que Franco fue un dictador muy tolerante y que nunca quiso serlo. Las circunstancias lo llevaron a actuar de esa forma, pero siempre quiso el bien de su pueblo y nunca lo manipulo. Al contrario, lo dejó vivir y en su Gobierno creció en bienestar y paz. El hecho de que recuperara la Monarquía manifiesta claramente que lo que pretendía era entregar España a la normalidad y a su destino histórico.

Se puede argumentar que con el asesinato de Carrero Blanco se interrumpió que siguiera la dictadura, pero creo que realmente no era así. Siempre los disidentes, las voces que claman justicia y derechos; los que enarbolan la bandera de la libertad e igualdad han demostrado que cuando consiguen lo que quieren y se acomodan en el poder, manipulan al pueblo y lo someten a sus caprichos y egoísmos. Y con mirar alrededor vemos lo que está pasando.

Estoy de acuerdo en que aquello no era lo ideal y había que seguir caminando en aras de lograr más plena libertad y autonomía, pero de la forma que se hace ahora empiezo a dudar si las intenciones son buenas. Otra prueba de las buenas intenciones, que rodeaban a todos los que formaban parte de aquellos Gobiernos de la dictadura, es la ejemplar imagen que se dio al mundo en la travesía de la dictadura a la democracia.

No se puede luchar por la libertad, matando y quitando la libertad al otro. Cierto que todos han pecado de eso, pero de los errores hay que aprender y la historia de Franco tiene mucho de bueno y, también de errores y malo, pero el pueblo español le debe una parte de su historia en la que pudo ser peor e interminable guerra que ahora estamos, sin darnos cuenta, encendiendo con resentimientos, venganza y memorias históricas. Quizás estemos pidiendo que aparezca otro Franco.

EL ÚLTIMO HOSPICIO (II)

El turismo y el agua formaron un binomio que dio como resultado un nuevo oro llamado especulación y demanda. La isla, desnuda de construcción y vestida por el manto natural de su propia madre, la naturaleza, ofrecía grandes posibilidades turísticas y parajes encantadores que supo hacer brillar y sacarle todo su esplendor el pintor y diseñador Cesar Manrique.

Natural de Arrecife, después de su periplo internacional, regresó a su isla y supo descubrir en ella su lado limpio, natural y cristalino. En sus manos, la arena dorada de sus playas, sus aguas puras, limpias y transparentes, de constrastes verdes o azulados; sus volcanes llenos de misterios coronados por el fuego de su montaña enigmática y representativa, la Montaña del fuego, y su paraíso de lava y matices de colores que plancha sus montañas, fue una explosión de riqueza turística que abrieron torrentes de dinero, como lluvia, en sus habitantes.

Mientras eso ocurría en mi querida isla, la industria turística había llegado a España años antes. Mallorca representaba la bandera del apogeo turístico. Todos recordaran la canción de "vuelo a Mallorca", o, "me lo dijo Pérez que estuvo en Mallorca". Eran tiempos, posguerra civil, donde la prosperidad llenaba los hogares españoles y todos nos beneficiábamos de la economía repartida y trabajo para todos.

Creo que esto marca una gran diferencia con otras dictaduras. Vivían todos, los de un color u otro. No había diferencias ni control ninguno. Sólo creo que se intentaba no volver a las diferencias, enfrentamientos y conflictos ideológicos que no conducen sino a imponer la fuerza del más fuerte sobre el débil. Pienso que esa fue la esencia de la dictadura Franquista: no había otra ideología que la de evitar el desmadre, la corrupción, los asesinatos y el desorden.

Por eso se pudo vivir y, tanto, que todos los políticos, que han conformado los gobiernos democráticos de los años siguientes al Franquismo, fueron educados y estudiaron bajo su dictadura. De pretender cualquier otra cosa, ¡digo yo!, hubiese implantado una educación de acuerdo con su ideología y principios. Nos hubiesen lavado la mente, como ahora pretende con la implantación obligatoria de "educación para la ciudadanía".
Sí es verdad que, se estudiaba la historia del Movimiento Falangista; la historia de Franco y todo lo que les interesaba a ellos, pero como historia y nada más. Yo nunca me vi obligado a pensar de una forma concreta, ni tampoco empujado a participar en la Falange o Movimiento concreto de la, mal llamada dictadura, para mí, Franquista.

Dentro de un moderado control, te podías sentir libre. Puedo decir, que más libre que ahora, cuando estamos en plena democracia. Me sentía protegido y, ante cualquier abuso o atropello, la guardia municipal, llamada así en aquella época, o la guardia civil, te protegía. Había respeto y, justicia, aunque siempre aparecían los favoritismos e injusticia de cada momento.
No tuve conciencia de no poder hablar, es más, mis primeros artículos, años 1974, Franco vivía, fueron reclamando justicia y paz y criticando las injusticias y todo aquello que atentaba contra el bien de la persona y la sociedad. Discutíamos y criticábamos las cosas, aunque, sí es verdad, no lo hacíamos desde una política libre, pero no te sentías reprimido. Hoy no puedo sentirme libre, quizá puedo hablar, gritar y tirarle un zapato a alguien, pero eso no cambia nada. Y desde ahí,aun gritando me siento tan impotente como entonces. Luego, ¿qué ha cambiado?
Antes,al menos, no me mataban, ni me robaban, ni me manipulaban y esclavizaban como lo hacen hoy. Y, que quede claro, que no defiendo la dictadura, sólo manifiesto que la que yo viví no fue tan dura, ni opresora como otras. Es más, muchos logros que ahora tenemos están sedimentados en aquellos tiempos.

Soy consciente que los que siempre están alzando la voz en aras de reclamar derechos, de implantar justicia y disentir, sin razonamientos que fundamenten su juicios, se sentían vigilados o atados, pero luego, ahora, la historia y el tiempo va sacando a la luz que esos señores, que hoy representan esa libertad y justicia tanto defendida por ellos en aquella época, no son sino canta mañanas oportunistas que sólo saben enriquecerse y manipular al pueblo. Esto que digo no hace falta demostrarlo ni gastar más tinta en ello, pues está a la luz de todos. ¡Qué está pasando?

De ahí que, muchos disidentes de aquellos tiempos recuerden hoy con nostalgia aquella época. Y hasta se les escape un suspiro por reclamar: ¡si Franco se levantara! Anhelando aquellos tiempos de tranquilidad, justicia y concordia. Porque se vivía, se trabajaba, había paz y respeto. Y los alcaldes de aquella época no tenían sueldos y servían al pueblo por vocación y patriotismo.

Tampoco voy a esconder que de esos puestos privilegiados se aprovechaban, no todos, algunos y sacaban sus beneficios, pero nunca se perjudicaba tanto al pueblo como ocurre ahora. En principio, porque no había dinero y porque tampoco se pagaban impuestos. Algunos llegaron a decir en los comienzos de la democracia y los primero impuestos: "si Franco llega a tener este dinero convierte España en un vergel". Claro sin dinero hizo pantanos y muchas obras sociales.

Y de eso quiero hablar ahora, pero será en el próximo capitulo. Creo que la labor que el régimen Franquistas nos ha legado es de enorme consideración. Gracias al buen hacer y,sobre todo, a las buenas intenciones de servir a su patria y lograr una España fuerte y unida, hoy disfrutamos de la España que tenemos, o mejor, de la que tuvimos, porque poco a poco los héroes que lo tachaban de tirano y dictador, se la están cargando e imponiendo una dictadura mayor. Continuaremos hablando.