sábado, 28 de agosto de 2021

¿HAS PENSADO EN LOS DONES QUE HAS RECIBIDO?

 

¿Te has parado a pensar y a mirarte a ti mismo alguna vez? ¿Has observado con que dones te ha obsequiado Dios, o, por el contrario, crees que son el resultado de tus esfuerzos y trabajo? Primero, Dios te los ha regalado para que, luego, tú los desarrolles, los trabajes y los pongas al servicio de los demás. Está claro, en la medida que hayas recibido mucho, mucho también tendrás que dar y ofrecer en servicio a los demás.

Es, pues, lógico y de sentido común que, cuanto más recibas, más podrás dar, y, en consecuencia también recibirás más. De modo que, tu felicidad será plena pero, proporcional a los dones recibidos y puestos en servicio de los demás. 

Así, quien recibió tres y dió otros tres, recibirá pleno premio de felicidad y gozo proporcional a esos tres talentos recibidos. Y quien recibió dos y dió otros dos, también recibirá pleno premio de felicidad y gozo en la misma medida. De modo que todos serán plenamente recompensados hasta el punto que quedarán plenamente satisfechos y felices.

Pero, quien recibió uno y, cruzándose de brazo, lo escondió, nada recibirá, sino llanto y el rechinar de dientes. Son las Palabras con las que termina Jesús este Evangelio: Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. 

Es evidente que no podrás descubrir esos dones si no te pones en camino. Camino de probar, de intentar y de arriesgar qué sabes y puedes hacer. Se trata de esfuerzo y de intento y en ese camino descubrirás qué cosas haces mejor y qué peor. E iras conociendo que cualidades tienes y que se ta mejor para servir y ponerlo al servicio de los demás.  Porque, esa será la medida de tu amor. Lo que sí puedo asegurar es que, de brazos cruzados no descubrirás nada.