jueves, 26 de diciembre de 2019

GRACIAS A LOS PRIMEROS CRISTIANOS

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Ahora nos parece fácil, sobre todo los que hemos nacidos en países cristianos, oír hablar de Jesús. Parece que así ha sido toda la vida, pero la realidad es otra. Gracias al testimonio y valentía de los primeros cristianos conocemos la grandeza de Jesús y tenemos la posibilidad de pedir el don de la fe. Ellos, arriesgando sus vidas han posibilitado que el anuncio de la Buena Noticia llegue hasta nosotros.

San Esteban, el primero en dar testimonio y proclamar a Jesús como el enviado, el Hijo de Dios Vivo, el Mesías esperado y prometido, y ese testimonio le costó su vida. Fue el primer mártir y con su sangre ha posibilitado que hoy también nosotros conozcamos al Señor como el Salvador que nos libra del pecado y de la condenación. 

Todo lo que hoy tenemos y conocemos se lo debemos en parte a los primeros cristianos y en esa misma dinámica también nosotros tenemos la responsabilidad de transmitir la Buena Noticia a los demás. Eso nos obliga a poner en juego todas nuestras cualidades y talentos para el bien de los demás. La posibilidad de que los demás conozcan a Cristo se debe en parte a nuestro compromiso de bautismo. Hemos recibido al Espíritu Santo para que nos asista y nos dé la fortaleza necesaria para resistir todos los embates y sacrificios que, proclamar el Evangelio, nos ocasiona.

Precisamente, hoy en el Evangelio nos lo recuerda Jesús: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará».