viernes, 1 de octubre de 2021

¿Y YO, DOY RESPUESTA A TODO LO RECIBIDO?

 

Posiblemente porque no nos damos cuenta y porque no  lo hemos meditado serenamente y seriamente. ¿De dónde me viene todo lo que tengo? ¿Quién me ha dado la vida y todo lo que tengo? Es posible que yo haya contribuido con mi obediencia, mi esfuerzo y trabajo, pero, ¿podía haberlo hecho yo solo? La pregunta es categórica y suficientemente clara. Todo te ha sido dado con una misión y finalidad.

Y, la realidad es que no somos conscientes ni de lo que tenemos ni de lo que hemos recibido. Creo y estoy convencido que no soy consciente de todo lo que me ha sido regalado y puesto en mis manos para que lo comparta y lo ofrezca - desinteresadamente - a los que lo necesiten. Es decir, a los más necesitados y pobres que quieran recogerlo y aceptarlo. Porque, dicho sea de paso, hay muchos - pobres y excluidos - que no quieren aceptar nada e incluso rechazan lo ofrecido con buena voluntad e intención y gratuitamente. 

Precisamente, el Evangelio de hoy nos pone varios ejemplos, Corazín, Betsaida, Cafarnaúm, de los que Jesús se lamenta por no haber correspondido tras realizarse muchos milagros en ellas. Pero, eso nos traslada a hoy, a nuestro presente y a nuestra realidad. ¿Damos respuesta nosotros a todo lo que Dios, nuestro Padre, ha realizado en nosotros? 

Es posible que muchos se quejen y hasta, aparentemente, tengan razones para hacerlo. La vida, sus situaciones, incluso familiares y de orden político y económico les han maltratado y sufren. Es el caso de Tiro y Sidón, que siendo menos agraciadas tendrán un trato con menos rigor. Dios impartirá justicia y, sea cual sea nuestra situación no perdamos nunca la esperanza de que Dios es nuestro Padre, conoce nuestra situación y nos escucha. Si estamos con Él y estará con nosotros. Y nuestras cruces y sufrimientos se convertirán en alegrías y felicidad eterna.