sábado, 2 de marzo de 2024

SERES EN RELACIÓN

El hombre es un ser en relación. Eso significa que naces ya en el seño de una familia a la que irremediablemente estás vinculado. Y, precisamente, en ella aprendes a relacionarte. La familia es, pues, el medio y el núcleo de tu aprendizaje de relación con los demás. Primero a los que están unidos a ti por vínculos sin los cuales será imposible vivir.

El hombre necesita saber su historia, de dónde viene y quién realmente es. Desde ahí tratará de darle sentido a su vida y trazar su propio objetivo. Sin la familia le será imposible orientar su vida y buscarle el verdadero sentido. Precisamente, eso fue lo que le ocurrió a aquel joven. Pensó que no hacía falta para nada la relación con su padre y se alejó de él. De alguna manera rompió su vínculo con su familia y creyó que así podía orientar su vida. Quizás nos está ocurriendo ahora a nosotros algo parecido, queremos romper la familia y organizar un mundo diferente rompiendo esos vínculos que nos unen. Posiblemente ocupamos el lugar del hermano joven de la parábola.

Por otro lado, el hermano mayor también asumía otra mentira. Él no necesita, según su forma de actuar, de ninguna relación. Sí estaba en la casa del padre, pero se manejaba a su antojo y no se sentía vinculado a su padre ni a su hermano. Tal es así que le señala con el dedo cuando, arrepentido, regresa a su casa. Y esta conducta también está muy presente en nuestra sociedad. ¿Qué clase de cristianos somos? ¿Estamos en relación con los demás o caminamos por nuestra cuenta? El camino sinodal propuesto por la Iglesia nos responde a este interrogante.

Esa es la posición del padre, sostener y mantener la unidad. Estar al lado de ambos y ser siempre el nexo entre ambos. Precisamente, esa es nuestra historia, somos hijos de un Dios Amor y Misericordia que se preocupa por nosotros y nos incita a amarnos con misericordia en verdad y justicia tal y como Él nos ama.