martes, 21 de enero de 2020

LA DIGNIDAD DE LA PERSONA ESTÁ POR ENCIMA DE LA LEY

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Mc 2,23-28
Ser libre es inherente a la dignidad de la persona. Nadie puede coartar la libertad de la persona porque, ella, esta por encima de la ley. Y ser libre implica estar siempre disponible a buscar la justicia, la verdad y el bien de toda persona. Y esa capacidad de libertad nunca puede quedar sujeta a y por la Ley. Digamos que la Ley Natural lleva consigo el derecho a ser libre de la persona.

Repetimos que la dignidad de la persona humana está por encima de la ley y de toda norma y precepto humano. No se ha hecho el sábado para someter al hombre, sino que tanto el sábado como la ley están al servicio del hombre. Todo está puesto para servir al hombre y ayudarle a ser libre, es decir, a buscar la verdad, la justicia y la paz fraterna entre todos los hombres.

Precisamente, Jesús nos propone eso y señala al hombre como prioridad antes que la ley y, por supuesto, antes que el sábado. Ser libres nos exige una gran responsabilidad y toma de decisiones, porque, somos libres para decidir el bien o el mal. Y esas decisiones tendrán gran repercusión sobre el convivir de los hombres en justicia, verdad y paz. Nunca se puede pisotear al hombre buscando mis intereses y mis ambiciones personales porque eso está mal. Basta solo con ponerse en su lugar. A  nadie le gustará ser pisoteado, denigrado y avasallado.

La Buena Noticia de Jesús es la proclamación de la libertad, una libertad que nos libera del miedo a las seguridades, del deseo a ser más fuerte, a estar por encima de los otros, a la ambición de poseer, a las propias culpas y egos. Miedos a las presiones de los otros y a las expectativas de los demás sobre nosotros mismos que nos coartan y nos dejan prisioneros en la imagen o el prestigio. No hacemos o no disponemos de libertad por miedo al que dirán o al parecer u opinión del otro.