miércoles, 3 de octubre de 2018

EL COMPROMISO DE SEGUIR A JESÚS

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Lc 9,57-62
Cuando decides seguir a alguien entiendes y supones que tu vida da un giro total y queda supeditada a ese que sigues. Seguir significa aceptar su mensaje y vivir de acuerdo con lo que propone esa persona. Seguir a Jesús cambia toda tu vida y la orienta al amor, porque Él es Amor y Camino, Verdad y Vida.

No es fácil seguir a Jesús, eso lo deja muy claro el mismo cuando dice: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Eso supone renuncias y no acomodo que nos instala en este mundo y corta nuestra actitud de disponibilidad y entrega. No podemos quedarnos entre dos aguas y con una mano tratar de seguir al Señor y con otra acomodarnos en la comodidad, valga la redundancia, de este mundo.

Seguir a Jesús nos exige anteponer su Evangelio por encima de todo lo demás y dedicar nuestra vida a manifestarlo de obra y de palabra. Y es que con frecuencia nos absuelve muchas cosas que nos seducen y que se anteponen ante nuestro seguimiento al Señor. Queremos estar bien con el mundo, tener éxito y poder, pero también estar a bien con Dios justificándonos muchas veces  y anteponiendo muchos intereses propios a nuestro seguimiento a Jesús.

Cuántas veces no nos hemos justificado ante una respuesta al Señor justificando nuestras ocupaciones y compromisos. Debemos pedir luz para saber discernir lo que es prioritario y a lo que debemos responder con prontitud y sin justificaciones, porque «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».