Es evidente que el
hijo de Isabel estaba dentro del Plan de Dios. Su Mano estaba sobre él y desde
su nacimiento, Juan, que significa: «aquel que está
lleno de la gracia de Dios, o Dios es bueno» había sido elegido
para allanar, igualar y anunciar la llegada del Mesías prometido. Juan es el
Precursor profetizado en la persona de Elías, y, en consecuencia, prepara los
caminos al Señor.
Zacarías, que en
principio duda de la acción de Dios, reflexiona, entiende y confirma,
proclamando el nombre de Juan, para manifestar la intervención divina de Dios.
Inmediatamente, como signo de la presencia de Dios, su boca y lengua, se abren
de nuevo, pues había quedado mudo, para manifestar que la mano de Dios está
sobre Juan.
En todo el pueblo se habla de este acontecimiento sorprendente. Nadie llega a explicárselo y la gente se ve invadida por un santo temor a Dios. Y es evidente, éste mutuo saludo entre María e Isabel, al menor para mí constituye un hermoso milagro.