viernes, 7 de octubre de 2022

MARÍA, VIRGEN DEL ROSARIO

Al parecer y según las visiones de la beata Ana Catalina Emmerick, María recorrió varias veces el camino de su Hijo Jesús hacia el Gólgota y, parándose en cada lugar donde Jesús se cayó o tuvo alguna incidencia, meditaba, limpiaba la sangre y abrazaba ese lugar. Posiblemente, este camino de dolor y meditación dará tiempo más tarde al rezo del Santo Rosario. Porque, en definitiva, el rezo del Santo Rosario no es sino la contemplación de un momento y misterio de la Vida de Cristo, nuestro Señor.

María, que siguió, paso a paso, la Pasión, muerte y, unos días después, la Resurrección de su Hijo, contempló con fe y esperanza ese camino de su Hijo que le llevó a entregar su Vida en la Cruz. Y, meditando con fe esos divinos misterios nos señala también a nosotros el camino hacia la cruz. Camino de dolor, de esperanza y resurrección.

Confieso que, aunque rezo el rosario todos los días junto a Berta, no me esfuerzo en meditar ni contemplar los divinos momentos que componen los misterios de cada día. Y, quizás, sea ese el compromiso que me señala el Evangelio de hoy, y para el que pido fuerzas y voluntad en cumplirlo. Y que mejor que pedírselo a María, Madre de Dios y Madre nuestra.

¡Madre, dame la fuerza, por la Gracia de tu Hijo Jesús, de aplicarme, esforzarme y concentrarme en contemplar y meditar cada paso, cada momento, de los misterios que componen cada rosario. Y que, esos momentos de cada misterio me ayuden a vivir más plenamente en tu Palabra y en tu Amor, Señor.