miércoles, 16 de diciembre de 2020

LA DUDA DE JUAN


Todos tenemos dudas. La duda nos acompaña toda nuestra vida y, desde mi humilde opinión es una bendición, porque, por ella descubrimos la necesidad de la Fe. Una fe que nos es imprescindible y necesaria para sostenernos firmes en el camino y seguimiento del Señor. El antídoto de la duda es la fe. Juan, como lo presenta hoy el Evangelio, también tuvo duda sobre Jesús, y para confirmarlo envió dos de sus discípulos a preguntarle si era Él el que había de venir.

La realidad es que Juan no tenía duda de que el Mesía estaba al caer y era esperado. Lo que se planteó fue si realmente era Jesús ese que esperaba. El Evangelio de Lucas presenta la pregunta así: « ¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» 

También esa misma pregunta nos sirve a nosotros. ¿Estamos esperando al Mesías o lo hemos recibido ya? ¿O hemos recibido a un mesías encarnado en el dinero, poder, bienestar, satisfacciones, egoísmos...etc? Y de la misma manera que Juan envió a dos de sus discípulos, también nosotros debemos buscar interiormente si Jesús está en nuestro corazón y de dejarle el espacio suficiente para que nazca en él y ocupe el centro de nuestra vida.

Ahora tenemos ventaja, porque podemos ir al encuentro de Jesús, cara a cara, y presentarnos ante Él en el Sagrario de cualquier iglesia. Y hablarle, escucharle y pasar un rato con Él. Nos resulta mucho más cómodo que en tiempos de Juan buscar y encontrarnos con el Señor. Porque, ¿de qué hablamos? 

Creer que está en el Sagrario significa que creemos que Vive y, por supuesto, ha Resucitado. Por tanto, es el Señor, y humildemente me pongo a tus pies, Señor, y a tu disposición para que abras mis ojos y oídos, cures mis parálisis y evangelices mi corazón.