lunes, 12 de octubre de 2020

NO SE ES COMO SE DICE, SINO COMO SE VIVE

 

La confianza que se gana cuando lo que se dice va en auténtica coherencia y consonancia con lo que se hace, se pierde cuando sucede lo contrario. Y, una vez perdida, el recuperarla se hace arto difícil. Y esto que experimentamos ocurre hoy de manera alarmante. La confianza ha casi desaparecido en el mundo de nuestro tiempo. Se dice lo que luego no se cumple, de tal forma que no hay confianza ni cumplimiento de la palabra dada, y, por supuesto, se habla con ligereza, indiferencia y sin compromiso.

Jesús significa la dignidad de la palabra bendiciendo a aquellos que la dicen y la cumplen cuando, respondiendo a aquella mujer, que le dice: « ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!». Él le responde: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan». Precisamente, su Madre encarna esa figura de aceptar la Palabra de Dios y, aceptada, llevada a la vida con toda obediencia, fidelidad y voluntariedad. Su respuesta:  Hágase en mí su Voluntad lo expresa muy claramente. Por eso es bendita y dichosa, porque ha aceptado la Palabra de Dios y la ha cumplido hasta el final de su vida en este mundo hasta su Asunción al Cielo.

María, Madre bendita, tu testimonio y ejemplo nos fortalece y nos anima a hacer nosotros, por y con tu intersección lo mismo, esforzándonos en vencer nuestros pecados y amar como el Señor nos ama.