domingo, 16 de marzo de 2025

DE LA OSCURIDAD A LA LUZ

Es evidente que para ver se hace necesario la luz. Sin luz nos será imposible ver y su presencia y necesidad es perentoria. De modo que, en la oscuridad todo queda oculto y es propicia para las apariencias y mentiras con la intención de ocultar nuestros pecados. Por el contrario, en la luz todo se ve y queda al descubierto.

Pero no todo se descubre a la luz. Las intenciones y actitudes son intangibles y no pueden verse a simple vista. Se necesita una mirada profunda que pueda penetrar y llegar a lo más profundo del corazón de la persona. Tampoco el camino a seguir queda muy claro a pesar de que la luz del día nos alumbra.

Solo hay una Luz que es capaz de alumbrarnos tanto exterior como interior, y además con absoluta Verdad. Es la Luz que nos manda el Espíritu Santo, que tras la ascensión del Señor a los Cielos, bajó para alumbrarnos el Camino, la Verdad y la Vida. Una Luz que hoy se nos revela en el Monte Tabor – la Transfiguración – que el Señor descubre a Pedro, Santiago y Juan como anticipo de su Resurrección.

Y así lo debemos entender también nosotros. Tras el aparente fracaso de la crucifixión de Jesús en la cruz, su Resurrección descubre el triunfo de su Amor. Amar para resucitar, esa sería la consigna que Jesús nos dejaría tras su Pascua – paso de la muerte a la vida – y la Buena Noticia que nosotros debemos transmitir. Tras la cruz se esconde el triunfo, el gozo, la felicidad, el camino, la verdad y la vida eterna.