martes, 1 de mayo de 2018

UN CAMINO DE DOLOR, PERO EN PAZ

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Jn 14,27-31a
Afortunadamente no pensamos sobre el dolor que nos puede venir, porque, de pararnos a pensarlo no podríamos vivir ni continuar nuestro camino. Sabemos por nuestra propia experiencia que la vida presenta dolor. Tarde o temprano llega la enfermedad, las malas experiencia, el dolor físico o moral y hasta espiritual. El camino tiene, a parte de alegrías y gozos, dolor y sufrimiento, y en medio de ellos hay que conservar la serenidad y, sobre todo, la paz.

La última recomendación de Jesús es la Paz: «Os dejo la paz, mi paz os doy».  Y nos la deja porque en realidad la necesitamos en este mundo convulsivo y lleno de malas intenciones. Un mundo donde proliferan los enfrentamientos y las injusticia, y donde la paz se rompe ante el egoísmo y la avaricia de los hombres. Un mundo donde el sufrimiento es inevitable y donde Jesús ha sufrido una muerte de cruz con la que ha redimido el pecado de todos los hombres. Una muerte llena de dolor y sufrimiento, pero aceptada voluntariamente porque es la Voluntad del Padre y en medio de esperanza que nos llena de paz.

Así, todo dolor y sufrimiento empieza a tener sentido. Porque, ¿qué sentido tiene el sufrir si no vale para nada? ¿Para qué tanto afanes y luchas si al final todo va a quedar en nada? Sí, el dolor y el sufrimiento tienen sentido, porque podemos unirlo al sufrimiento de Cristo en la Cruz y convertirlo en un sufrimiento redentor, que nos salva del pecado y nos lleva a la Vida Eterna.

Quizás, esa sea la explicación del sufrimiento de Jesús, un sufrimiento al que podemos añadirnos para darle carácter de salvación unido al de Cristo. Porque, quieras o no, tendrás que sufrir, que no es lo mismo que queramos sufrir. Nada de eso, somos contrarios al dolor, pero otra cosa es que no podamos evitarlo y eso, en lugar de vivirlo con desesperación, lo transformemos en situaciones de paz y de serenidad.

Necesitamos al Espíritu Santo para encontrar la fortaleza y la Gracia de poder soportar esos momentos de dolor y de sufrimiento para no perder la paz y para darle sentido de redención según la Voluntad del Padre.