lunes, 26 de abril de 2021

¿SOMOS SAL Y LUZ EN EL CAMINO DE NUESTRAS VIDAS?

 

De vez en cuando conviene echar la vista atrás, no para lamentarnos ni para tener remordimientos de  conciencia, sino para sacar conclusiones y corregir los avatares y errores del camino presente y, quizás, futuro. El ayer nos sirve solamente para construir el futuro, y en ese sentido, analizar y reflexionar sobre nuestra vida, tanto pasada como futura, nos vendrá y servirá para mejorar el presente.

Lo verdaderamente importante es responder a esa pregunta que, saliendo de lo más profundo de nuestros corazones, debe interpelarnos y movernos a reflexionar. ¿Soy sal y luz con el ser y obrar de cada día en mi vida? O, dicho de otra forma, ¿es mi vida sal y luz para los que me rodean en mis ambientes de cada día? Porque, de no serlo, mi vida se empobrece, se individualiza y se aísla quedando reducida a un egoísmo que produce el efecto contrario al buscado.

La felicidad, que todos buscamos, no está en tener ni hacer. Ni siquiera poseer y tener poder y satisfacciones que te apetezcan te dan la felicidad verdadera. La experiencia nos lo presenta y nos lo descubre claramente. Empiezas a ser más feliz en la media que empiezas a darte en servicio y verdad a los que tienes al lado. ¿Y sabes por qué?, porque, eso es precisamente amar. El amor no está en los sentimientos, sino en la voluntad. Cuando tú quieres, por encima de lo que sientas, empiezas a amar, porque amar es un compromiso no un sentimiento.

Y en esa medida empezarás a ser sal y luz para los demás y los que te ven verán también que tus obras y tu vida está dando Gloria a Dios. Porque, solo darás luz y serás sal  que das gusto y esperanza a la vida injertado en la Luz del Mundo. Y esa Luz es Jesús, que ha venido a alumbrarnos con su Amor y Misericordia para darnos esa luz y sal que necesitamos para manifestarlo al mundo.