viernes, 10 de febrero de 2012

SEÑOR, SALGO A TU ENCUENTRO

 Marcos 7:31-37. «Curación de un sordomudo»

Sé que estás ahí, SEÑOR, junto a mí, y, a pesar de tu cercanía yo soy quien no te descubro y no te veo. Tampoco te oigo. Necesito descubrirte, verte, tocarte y pararme ante TI, para decirte también que desates mi lengua y abras mis ojos y oídos.

Porque, quizás, estoy ciego y sordomudo, deslumbrados por las luces de este mundo, luces que tienen sus horas contadas, su tiempo limitado, su brillo gastado y tienden a dejarnos en la oscuridad. Hazme ver tu Luz y oír tu Palabra, porque solo ellas dan vida y gozo eterno.

Enciende en mí la fe como esas persona que te buscan y te presentan un enfermo. Pero, sobre todo, la confianza y fe de ese enfermo que hace lo que TÚ le pides, y abandonado en tus Manos se entrega a tu disposición. 

Yo en cambio quiero pedirte razones, pruebas de tu poder, de tu gratuidad, de tu amor... Quitame la venda de mis ojos y, como un niño confiado en su padre, dame la inocencia de dejarme entregar en tus Manos. Te pido, DIOS mío, que me auxilies con la Luz que me lleva a TI deslumbrado por tu Amor.