sábado, 15 de diciembre de 2018

EN ESPERA DEL PROFETA

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Mt 17,10-13
La vida es una espera, y una espera que en muchos momentos desespera. Pero, una espera que no se corresponde con lo que esperamos sino con lo que nos gustaría esperar. En lo que respecta al pueblo de Israel, espera la venida de Elías - Malaquías 4, 5-6 - que prepara y anuncia la llegada del Mesías. Por eso, no entienden ni comprende que Jesús sea ese Mesías, ya anunciado por Juan Bautista.

Hoy, en el Evangelio, Jesús les dice a sus discípulos tras ellos haberle preguntado:  «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos». Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.

Juan el Bautista prepara los caminos y anuncia la venida del que ha de venir, uno más grande que él a que no es digno de amarrarle el cordón de sus sandalias. Juan es el Elías anunciado que muchos no reconocen, y lo mismo harán con Jesús. Y es que el pueblo se ha creado su propio mesías en su imaginación y rechaza tanto a los profetas como al que realmente es enviado.

La verdadera espera es la que preparas para recibir al esperado. En este caso al Mesías, pero un Mesías no imaginado por ti, sino el que envía el Padre. Un Mesías que quizás no te gusta, te complica la vida, te molesta y te exige cambiar tus proyectos, tus apetencias, tus intereses y darle vuelta total a tu vida. Un Mesías que transforma tu corazón y pone la prioridad en las personas y no en la economía.

Son tiempos de preparación. No la que a nosotros nos gusta, sino la que se corresponde con la Voluntad de Dios. Quizás, como los apóstoles, nos gustaría quedarnos en el Tabor junto al Señor y gozar de su presencia, pero es necesario bajar de nuevo al camino y seguir, a pesar de las dificultades, las huellas del Señor.