martes, 31 de diciembre de 2019

EN ÉL ESTÁ LA ETERNA FELICIDAD

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Cada año experimentamos que termina una etapa de nuestra vida y surge en nuestro interior deseos de mirar atrás, de análisis y de hacer recuento de todo lo sucedido durante el recorrido anual. Sin embargo, poco nos sirve eso para avanzar. Es verdad que mirando hacia atrás podemos evitar errores hacia delante, pero, lo verdaderamente importante y válido es descubrir que el tiempo se detiene y se para y en Dios se hace eterno.

 Luego, vivir en esa esperanza de eternidad es lo vital e importante. Una eternidad que se hace presente en cada día y que llegará a ser gozosa y plena siempre. Ver y darle otro sentido es disparatado, absurdo y sin sentido, porque, la felicidad que el hombre busca, y esa es la realidad, está contenida en su eternidad.

Si no eres eterno, tu felicidad no vale, pues se acaba al estar marcada por la finitud. Todo gozo y felicidad está apoyado en la eternidad, porque, de no serlo, queda amenazada por la caducidad. Y lo que termina no te hace plenamente feliz. Si acaso por un determinado tiempo, y eso no colma tus deseos plenos de felicidad.

Por tanto, para eso, dice San Juan en su Evangelio: En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 
Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba...

Tu felicidad está en Dios y mientras no lo veas así, al menor reza y pídele que te abra los ojos y la mente para que puedas entenderlo. Porque, todo en Él es Vida Eterna y todo lo que existe, incluido tú, ha sido creado por Él. Fuera de Él no hay nada y todo está condenado al fracaso y a la muerte que significa estar excluido de su amor. Un amor que tú voluntariamente has querido, por tu condición de ser libre, rechazar.