domingo, 28 de julio de 2019

SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR

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Lc 11,1-13
Con mucha frecuencia creo que mis oraciones obedecen más a rituales que a verdadero diálogo con el Señor. De repente me doy cuenta que estoy rezando y mi mente está en otro lugar o me distraigo con frecuencia. Últimamente he puesto todo en Manos del Señor, porque, será sólo Él quien me dé la concentración necesaria para sostenerme atento, concentrado y tomando conciencia de lo que digo y escucho.

Confieso que no sé rezar, o dicho de otra forma, hablar con Dios. No se trata de que no sepa decir palabras o pedir lo que necesito, sino que lo hago de forma inconsciente o mecánica que obedece más a una rutina o costumbre que a una consecuencia de la fe. Quizás falla también la fe, esa fe de saber que quien te escucha es el Señor y que sólo Él te puede dar lo que necesitas. Por lo tanto, es necesario y muy bueno pedirle que nos enseñe a orar, es decir, a darnos cuenta con quien hablamos y a tener confianza en que nos escucha y nos puede dar todo lo que le pidamos y nos convenga.

Porque, otra de las cosas que nos suele pasar es que no sabemos pedir, o dicho de otra forma, no sabemos lo que realmente nos conviene. Lo que creo que sí tengo claro es la insistencia en pedir. No debemos nunca dejar de pedir, primero, porque nos lo ha dicho el Señor, y, segundo, porque necesitamos muchas cosas para poder sostenernos en el seguimiento de la Palabra del Señor. Necesitamos entenderla y, quizás sea eso lo menos que pedimos.

Pero, algo muy importante es darnos cuenta que Dios es nuestro Padre. Nos lo ha dicho en esa hermosa oración que nos ha enseñado en el Padrenuestro. Y como Padre debemos tener confianza en que Dios nos escucha y nos da lo que necesitamos para alcanzar la Vida Eterna. Por lo tanto, pidamos primero y siempre tener esa confianza y esa fe en Él. Será lo primero y lo único que necesitamos, pues si creemos en Él lo demás todo vendrá por añadidura.