miércoles, 23 de noviembre de 2022

NO HAY OTRO CAMINO

Te equivocas si piensas que seguir a Jesús no entraña peligro y dificultades. Te equivocas si piensas que siguiendo a Jesús puedes llevar una vida cómoda y sin complicaciones. Te equivocas si crees que puedes estar en el mundo y con Jesús sirviendo a ambos. No hay sino un solo camino para seguir a Jesús: seguirle abrazado a la cruz. A esa Cruz que el tomó y abrazó y a la que te tocará a ti abrazar en el recorrido de tu vida.

¿Qué es difícil? Nadie te va a decir lo contrario. Es más, diría que imposible abrazarla sin estar unido al Señor. No podremos soportar persecuciones, sufrimientos y martirios sin estar en, con y por Él. Es verdad que tendremos que dar ese paso, pero solo lo daremos si confiamos y creemos en su Palabra. Con y en Él todo es posible.

Escribo estas palabras y me siento débil y sin fuerzas para superar todo lo que me puede venir encima en cualquier momento. Nuestro camino es de subida, y termina en el Calvario, tal y como hizo Jesús. No sé ni entiendo como me puedo atrever a superarlo, pero sé que no estoy solo y que con el Señor puedo superarlo. En Él confío.

Sabemos, y reafirmamos que vale la pena padecer persecuciones y todo tipo de sufrimiento hasta el extremo de entregar la vida. Porque, detrás de ese darse y entregarse está lo que realmente todos buscamos, la vida eterna en plenitud de gozo y felicidad. Y el camino señalado y anunciado por Jesús, que el recorrió primero y lo consumó con su crucifixión y muerte en la Cruz, es el de su Vida, desde su nacimiento hasta el momento último de su Pasión en la Cruz. Él es el ejemplo y el testimonio más grande que tenemos. Es el Salvador y el que nos redime de nuestros pecados. Es, por tanto, el Camino, la Verdad y la Vida.