viernes, 3 de enero de 2020

JESÚS DA LOS PASOS SEGÚN LA LEY

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Lc 2,21-24

Los padres de Jesús cumplen todos los requisitos que la ley exige y ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción. Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: "Todo varón primogénito será consagrado al Señor". También debían ofrecer un sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. 

¿Nos preguntamos nosotros qué hacemos con respecto a ese Niño Dios encarnado en Naturaleza Humana? Porque, seguirle exige un cambio en nuestra forma de pensar y de actuar. Un cambio que el mundo no entiende y que muchos rechazan. Un cambio que nos exige poner en la mentira, la verdad; en la injusticia, la justicia; en la soberbia, la humildad y donde hay desamor, amor. Un estilo de vida diferente y opuesto al que nos enseña el mundo.

Jesús, el Mesías enviado, no nace Niño para que nuestra vida siga desarrollándose de la misma forma, sino para, igual que Él, que a lo largo de sus treinta años de vida oculta se fue formando y preparando, también nosotros, siguiéndole y bebiendo de su Palabra cada día, vayamos cambiando nuestra forma de pensar y de ver las cosas de este mundo. Un cambio que, solos no podemos realizar, pero abiertos al Espíritu Santo, tal como Él lo recibió, y nosotros en nuestro bautismo, podemos transformar nuestros corazones e irnos pareciendo a Él. Es hora y cuestión de proponérselo.