viernes, 2 de mayo de 2025

SACIADOS DE PAN Y PESCADO

Todos buscamos saciarnos de todo aquello que nos apetece y experimentamos que nos hace feliz. Dicho en otras palabras: «Buscamos ser felices». Pero, sucede que no es cosa fácil ni tampoco sostenible. Sí, hay momentos de felicidad, pero ella no se sostiene. La sustituye la tristeza o angustia, y hay mucho momentos de desaliento o depresión.

El pan y pescado que nos ofrece Jesús, aunque de forma metafórica, podemos decir es la antesala del verdadero alimento que nos sacia plenamente. El pan y vino, especies materiales, que tras la epíclesis eucarística, por la acción del Espíritu Santo, se transforman en el Cuerpo y Sangre del Señor, sacia nuestras ansias de felicidad plenamente.

De modo que quien come su Cuerpo y bebe su Sangre vivirá eternamente y gozo y plenitud eterna. Así, en cada eucaristía recordamos de esta comida que Jesús ofreció a aquella multitud hambrienta. También nosotros, hoy, necesitamos saciar nuestra hambre de Dios, y a la Eucaristía acudimos con ese deseo: «Saciarnos del hambre de Dios»