miércoles, 24 de abril de 2019

CUANDO NUESTRO OJOS SE VUELVEN AL MUNDO PERDEMOS LA VISIÓN DE DIOS

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Lc 24,13-35
Cuando nuestras esperanzas las ponemos en el mundo nuestros ojos quedan cerrados a la presencia de Dios. Nos envolvemos en tinieblas y perdemos la vista de Jesús. Y sin Jesús nuestro horizonte se nubla y se disipa. Nos desorientamos y perdemos el rumbo y sentido de nuestra vida. Quedamos a merced del príncipe del mundo - el demonio - y todo, aunque se nos presenta como espejismo de felicidad, pronto se derrumba y nos deja el vacío y el sinsentido.

Abramos los ojos y miremos las Escrituras. De la misma manera que Jesús explicó a aquellos derrotados camino de Emaús, todo lo que se habían dicho desde Moisés y los profetas sobre Él, también nosotros podemos, acompañados por el Espíritu Santo, leerlo, reflexionarlo, meditarlo y comprenderlo en las Escrituras. Sólo necesitamos despertarnos y volver a la comunidad, a la parroquia, al grupo, a los hermanos en Xto. Jesús y compartir con ellos nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra experiencia y encuentro con el Señor.

¿No descubre que tu corazón se activa, se emociona, se enciende y palpita de forma gozosa? ¿No notas y experimentas como la alegría y el gozo interior te llenan de paz y de esperanza? ¿No experimentas el deseo de correr, tal como hicieron aquellos de Emaús, y regresar a la Iglesia para anunciar que el Señor vive y te ha hablado contigo? ¿Acaso te sientes desilusionado, muerto y estás de regreso a la vida de este mundo caduco, obsoleto y perdido lejos de Dios?

¡Cristo Jesús Vive y ha Resucitado! Y lo ha hecho porque así estaba planeado y proyectado por el Padre, que lo envío, encarnado en Naturaleza Humana, igual que nosotros, para tomando nuestra misma condición y olvidando su condición Divina, compartiera con nosotros nuestra misma naturaleza y sufrimientos. Y entregara su Vida para redención de nuestro pecados, y, así, tener la oportunidad, si lo aceptamos y creemos en Él. de volver a Casa. A esa Casa de la que nunca debíamos haber salido, y para quedarnos, llenos de gozo y felicidad, para toda la eternidad.