De eso se trata,
de dejar pasar la historia. La Historia verdadera; la que da verdadero sentido
a tu vida; la que llena de esperanza trascendente tu vida y le da verdadero
sentido. Tú eres también partícipe de esa historia, y como tal tienes el deber
y compromiso de darle sentido y transmitirla.
Pero, ¿y cómo doy paso
a que la historia, mi propia historia, siga adelante y se transmita a los
demás? Simplemente, creyendo, esperando, acogiendo y tratando de estar
dispuesto a vivir en la Palabra y Voluntad del Señor. Así lo hizo María, su
Madre, y así debemos esforzarnos en hacerlo también nosotros.
Se trata de vivir
en la actitud de servicio, de verdad, de justicia entre los tuyos, entre los
que viven en tu círculo, entre los ambientes por donde te mueves. Se trata de
dar y darte amando, sirviendo y siendo misericordioso. Se trata de que esa
Historia de salvación – la Buena Noticia – sea contada humildemente a través de
tu pobre y humilde vida. Desde el amor y la misericordia que, por la Gracia de
Dios, tú con tu vida y obras puedas ir alumbrando.