jueves, 18 de noviembre de 2021

NO BUSQUES LA FELICIDAD FUERA DEL SEÑOR PORQUE NO LA ENCONTRARÁS

 

Es bueno saber quiénes somos y que somos, porque, conociéndonos conocemos también algo mejor a nuestro Señor, Señor de nuestra vida. Y conocernos implica mirarnos, observarnos y experimentarnos. Las conclusiones son: una naturaleza sometida a tentaciones; pasiones y apetencias desmesuradas y egoístas; inclinaciones al poder y las riquezas; fácil a la soberbia y a ensoberbecerse; individual e independiente; suficiente y administrador de su vida. Y, como resumen, podemos concluir: "Pecadores".

Y en este contexto, tal estaba instalado en Jerusalén, rechazamos al Señor mostrándonos indiferente a su Palabra. Nosotros, estando lejanos en el tiempo, estamos muy cerca en la misma actitud: "También rechazamos al Señor". Y, el Evangelio de hoy nos dice: (Lc 19,41-44): En aquel tiempo, Jesús, al acercarse a Jerusalén y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: « ¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita».

 Es evidente que el pecado nos ciega. Ciega de tal manera nuestro corazón que, alejándonos del Señor, no somos capaces de ver su llanto por nuestra indiferencia a la escucha de su Palabra. La historia sigue repitiéndose en muchos hijos que no escuchan, no atienden sino a su razón sometida por el placer y el gozo instantáneo y temporal y se autoengañan a sí mismos. El llanto de muchos padres y madres por sus hijos, no receptivos e indiferentes a la Palabra de Dios, es el Llanto del mismo Jesús - en los padres y madres - que, en Él, sufren también el alejamiento y rechazo de sus hijos.