martes, 2 de abril de 2019

PARÁLISIS DEL CUERPO Y ALMA

Imagen relacionada
Jn 5,1-3.5-16
Puede ocurrir que tengamos un cuerpo bien formado, perfecto para el movimiento y fuerte para la destreza y la lucha, pero no así nuestra alma, sometida al pecado y a la esclavitud. O puede ocurrir al revés, un cuerpo débil, enfermo y con poca movilidad, pero un alma limpia, pura y llena de vida. En ambos casos necesitamos arreglo, o del alma o del cuerpo. Porque, nuestra salvación tiene que ser integral, pues no podemos gozar de un cuerpo saludable y una alma enferma, o al revés.

Necesitamos saludable tanto el cuerpo como el alma. Y eso no está a nuestro alcance, pues nuestro cuerpo es corrupto. Se deteriora con el tiempo y se corrompe. Se hace viejo y enferma. Y nuestra alma, aunque eterna, está herida por el pecado. Sometida a la esclavitud de las apetencias, de los apegos, de las limitaciones, de la envidia y soberbia. Esclavizada por el mundo, demonio y carne. Solos no podremos escapar del pecado al que estamos sometidos.

Necesitamos quien nos ayude a levantarnos y nos limpie de nuestras inmundicias liberándonos de la muerte del pecado y dándonos la vida del cuerpo con la Resurrección y el gozo del alma en la plenitud de la Gloria del Padre. Necesitamos al Señor, porque Él es el único Camino, Verdad y Vida y quien nos puede liberar de las ataduras del pecado. 

Tenemos nuestras parálisis que nos impiden caminar y avanzar hacia la conversión. Y necesitamos que el Señor nos levante de nuestras parálisis y nos acerque al agua que limpia y nos da nueva vida. Nos hace nuevos hombres y mujeres llenos de vida. Necesitamos llenarnos de esperanza y dejarnos tocar por la Gracia de Dios. Necesitamos ser perseverantes y esperar, no postrados, sino en activa escucha y atención a su Palabra y en plena disponibilidad para levantarnos y obedecerle en cuanto nos tienda su Mano.

Sí, necesitamos estar en actitud de espera, pero en constante movimiento abiertos a su Gracia y dispuestos a seguirle en cuanto nos llame. No permanezcamos con los brazos cruzados sino dispuestos a cruzar los caminos a pesar de nuestras parálisis. El Señor nos dará su Mano y nos ayudará a cruzarlos.