jueves, 3 de octubre de 2019

EL COMPROMISO DE NUESTRO BAUTISMO

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Lc 10,1-12
Hemos sido creados por Voluntad de Dios y se nos ha dado la vida como regalo. El mejor regalo, porque, en ella y a través de nuestra gestión podemos alcanzar esa Vida Eterna a la que todos aspiramos y anhelamos con inusitada esperanza dentro de nuestros corazones. Se nos ha dada la vida no para morir. Eso es lo primero que debemos saber y tomar conciencia de ello. Se nos ha dado la vida para Vivir Eternamente como ya hemos dicho, y vivir a su lado y por su Gracia e Infinita Misericordia compartir su Gloria, no por merecimientos propios, sino aparentemente por su Amos Misericordioso.

Y ese regalo no podemos guardárnoslo para nosotros sino que tenemos que despertarlo en el corazón dormido de cada persona que, Dios, ha sembrado con su Amor Misericordioso. Nosotros discípulos de Jesús, por la Gracia recibida en el Sacramento del Bautismo, estamos comprometidos con esa misión apostólica de proclamar la Buena Noticia de Salvación. Y hoy, el Evangelio, nos revela en la Palabra de Jesús su envío y mandato a proclamarla por todo el mundo.

Una Buena Noticia que muchos no conocen, o no han querido conocer ni escuchar, y que rechazan sumidos en la mayor de las ignorancias sometidos y seducidos por los lobos de este mundo. Lobos vestidos de corderos que nos engañan y nos destruyen con sus mentiras y apariencias. Ser cristiano es ser discípulo de Jesús y eso exige firmeza, por y en el compromiso ya adquirido en el Bautismo, de seguirlo con todas las consecuencias ante los peligros que los aparente lobos de este mundo te presentan.

Somos conscientes de estos lobos disfrazados de ovejas que nos tienden trampas e, incluso, de todos los que, estando cercanos, nos defraudan y ridiculizan. El camino se estrecha y se hace angosto y dificultoso para caminar por él. Pero, ante todas estas dificultades no perdamos la confianza y la esperanza de que nunca estamos solos. El Espíritu Santo nos acompaña y nos auxilia y, en los momentos oportunos y necesarios nos defiende y protege fortaleciéndonos y poniendo en nuestra boca las palabras precisas con la sabiduría necesaria para proclamar la Buena Noticia.