miércoles, 18 de noviembre de 2020

Y YO, ESTOY DISPUESTO A NEGOCIAR MIS TALENTOS

 

Mi actitud puede ser la de contemplar esa parábola que cuenta Jesús como un espectador y emitir mi juicio al respecto, o la de plantearme que yo soy uno de esos siervos que he recibido unos talentos de los que tengo que dar cuenta. Uno de los grandes peligros es creerme que yo no estoy en ese papel, o que yo no he recibido nada y de nada tengo que responder. Y esa es la realidad, la mayoría de nosotros no tomamos conciencia que hemos de dar cuenta de lo que hemos recibido.

Pero, ¿qué hemos recibido? La vida, nuestra inteligencia, cualidades, fortaleza, habilidades...etc. Y, también, la herencia que nos hayan dejado nuestros padres, que aunque nos venga de ellos, realmente todo nos viene de Dios. Incluso, momentos de zozobra o de tempestades que la vida no depara y que, si nuestro Padre Dios permite es porque de esos difíciles momentos podemos sacar buenas conclusiones y fortaleza para erguirnos firmes y seguros en el camino del Señor.

Precisamente, esta parábola la dice cuando se dispone a subir a Jerusalén donde le espera su Pasión y muerte en la cruz. ¿Acaso, nos podemos preguntar, Dios Padre quería que su Hijo sufriera de esa manera? ¿O es que era necesario que pasara por entregar su Vida para rescatarnos de la esclavitud del pecado? También nosotros tenemos que arriesgar con nuestra vida y poner todos los dones recibidos a rendir para obtener frutos, sin preocuparnos de recogerlos, porque, en realidad son para Gloria del Señor y Él los recogerá.

Sin miedo y con confianza nos ponemos en el camino del Señor y en actitud de disponibilidad para dar todo lo que pueda según mis talentos. Esa es la cuestión que se nos plantea hoy: ¿Estamos dispuestos a recoger esa onza de oro y a ponerla en juego paro obtener beneficiós? O dicho de otra manera, ¿me doy cuenta que mi gran negocio está en invertir mis talentos en los pobres - los verdaderos bancos - para que realmente den pingües beneficios?