domingo, 4 de febrero de 2024

LA PAUSA Y EL SILENCIO QUE NOS ACERCAN AL PADRE

Es un peligro dejarse envolver y arrollar por las prisas que en muchos momentos el mundo te propone como ganancia de mejora y bienestar. Las prisas – dice el refrán –  son malas compañeras y nos apartan de la serena reflexión. Hacer pausa en la vida – que no pararte – es buena elección para mirarte por dentro y ver tu estado, tu situación y la dirección de tu camino.

Los Evangelios nos hablan de los momentos en que Jesús se retira, se aparta y se relaciona con su Padre a través de la oración. Precisamente en el Evangelio de hoy, Marco nos narra: (Mc 1,29-39): En aquel tiempo, cuando Jesús salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles. Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada…

Jesús busca espacio de silencio y soledad para hablar con su Padre. Marcos en su Evangelio nos dice como Jesús se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Jesús camina siempre en constante relación con su Padre. Sabe y tiene presente que ha venido a cumplir la Voluntad de su Padre. Y la cumple partiendo siempre de su íntima relación con Él.

¡Qué hermosa enseñanza! Nada hace Jesús sin antes estar en pleno contacto con su Padre. Diríamos que Jesús hace la Voluntad de su Padre porque conoce lo que realmente quiere y le pide su Padre. Desde ahí podemos comprender como entrega su Vida para el rescate de la vida de todos nosotros. Realmente es esa la Voluntad de su Padre.

Aprendamos también nosotros de Jesús como tenemos que caminar en nuestra vida relacionándonos diariamente y a cada instante con nuestro Padre Dios.