lunes, 2 de mayo de 2022

ALIMENTO DE VIDA ETERNA

 
Jn 6,22-29
Es evidente que tanto ayer como hoy buscamos lo divino, el milagro, el poder de conseguir lo que creemos que necesitamos. Y, desafortunadamente, nuestra naturaleza humana – herida por el pecado – busca satisfacer sus apetencias, egoísmos ante que sus necesidades espirituales. Buscamos antes la salud, la sed y el hambre de nuestro cuerpo que el bien espiritual del mismo. Siempre caemos en el mismo pecado; siempre tropezamos con la misma piedra. Buscamos al Señor pensando en solucionar nuestros problemas y necesidades corporales y materiales, cuando, lo fundamental y para lo que el Señor ha venido es para salvarnos, para indicarnos el camino hacia la Casa del Padre. Y, claro, eso pasa por amar misericordiosamente como Él nos ama.

Aquella multitud de personas, después del milagro de los panes y los peces, buscaban a Jesús para seguir alimentando sus necesidades materiales: salud y hambre. No entendían lo que Jesús proponía y nos daba:  el alimento espiritual que, precisamente, es el único que sacia al hombre y le da la vida eterna, que anhela y persigue. Pero, ni se dieron cuenta muchos contemporáneos suyos ni nos damos cuenta ahora muchos creyentes y no creyentes. Es verdad que necesitamos el alimento del cuerpo y que hay que buscarlo, pero, ese alimento no nos resuelve el deseo interior e insatisfecho de vida eterna en plenitud. Está en Jesús, Pan de Vida Eterna. Son precisamente sus Palabras las que nos descubren esa ruta que, sometidos a nuestra naturaleza humana, nos confunde y desvía del verdadero camino: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello». Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para realizar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado».