miércoles, 1 de febrero de 2023

SE EXTRAÑABAN DE SU SABIDURÍA

Nos vemos retratado en este pasaje evangélico. Cuantas veces hemos dudado y hasta avergonzados de algunos de nuestros familiares, parientes o conocidos. Incluso de algún paisano que pensamos que con su conducta nos deshonra. Así sucedió con Jesús en su tiempo. Sus propios paisanos dudaron de Él y se resistieron a sus enseñanzas.

La evidencia nos enseña que, sobre todo a nuestros familiares, vecinos y conocidos le exigimos títulos, prestigio y formación que no exigimos a los de afuera. En nuestro entrono nos cuesta mucho, si no es imposible, ser reconocido y aceptado. Sin embargo lo que viene de afuera nos entra con más facilidad.

Jesús había pasado sus primeros treinta años de forma oculta, sencilla, sin estudios y, posiblemente, aprendiendo el oficio de carpintero. Llegado el momento de su vida pública aparece en la sinagoga enseñando. Y aunque quedan admirados de su forma de enseñar y sus obras dan testimonio de su Palabra, se resisten a creerle. No entienden como uno de los suyos, sin estudios y sin formación les pueda ahora enseñar. No se imaginan que Jesús anuncia y revela el Amor del Padre y su Infinita Misericordia.

Interrogantes como: ¿de dónde salen ahora esos milagros? ¿Y esa sabiduría? Pero ¿quién es este? ¿No son estas preguntas las mismas que ahora nos hacemos muchos? Incluso con la duda de no estar seguro o no creer que Jesús está vivo y Resucitado. Es evidente que la fe es la piedra fundamental de nuestra adhesión y creencia en Jesús. Sí, Señor, creo que tú eres el Hijo de Dios Vivo, el enviado a anunciar el Amor Misericordioso del Padre y a entregar tu Vida para darnos la salvación y vida eterna. Y lo creo porque desde lo más profundo de mi corazón así lo experimento y lo siento. Sin Ti, Señor, mi vida quedaría sin sentido y destruida. Es cuando realmente no entendería nada de lo que está sucediendo en este mundo.