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| Lc 4,31-37 |
Llega la hora en la que Jesús descubre su misión. Sucede en la sinagoga de su propio pueblo. Hasta entonces había permanecido en silencio como uno más de aquellos jóvenes del pueblo, pero, llega la hora de proclamar la Buena Noticia para la que fue ungido por el Espíritu Santo.
Es ese momento cuando su Vida toma el protagonismo mesiánico para el que fue enviado. Ungido por el Espíritu Santo proclama la Buena Noticia de Salvación: En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad.
La Palabra de Jesús impacta y llega a la gente, y su coherencia, visible en lo que dice y hace, desprende gran autoridad. Quedan asombrados cuando observan que hasta los espíritus inmundos le obedecen y sus corazones quedan transformados por la extraordinaria autoridad de sus Palabras. También, ahora, nosotros podemos preguntarnos si estamos en la misma actitud de abrimos a su Palabra y Autoridad dejándonos sanar y liberar de esos malos espíritus inmundos que nos amenazan y esclavizan.
No cabe ninguna duda que la autoridad nace de una vida coherente fundamentada en la verdad de su palabra. Es eso lo admirable de la Palabra de Jesús que se apoya en sus obras y Vida y desde donde nace esa Autoridad que nos invita a seguirle y a creer en Él.
