jueves, 5 de noviembre de 2020

EL PELIGRO DE INSTALARTE COMO BUENO


Lc 15,1-1

Uno, si no el mayor, de los peligros más graves es el de considerarte que has llegado ya a instalarte como buena persona, creyente y testigo ejemplar. Y hasta considerarte un buen modelo cristiano para los demás. Y, sucede, que esas personas cuando llegan a ese punto consideran que no necesitan médico, es decir, se excluyen de la necesidad de misericordia y de perdón, pues, ellos han alcanzado la bondad suprema.

No estoy exagerando porque eso sucedió en tiempos de Jesús, y también sucede ahora. El Evangelio de hoy nos narra lo que pensaban aquellos fariseos al ver a Jesús acercarse e incluso comer con los que ellos consideraban pecadores. Es decir, ellos no lo eran. Y, sobra decir, que hoy ocurre lo mismo entre muchas personas - incluso dentro de la Iglesia - que piensan lo mismo.

A este respecto, Jesús que se da cuenta, les dice dos hermosas parábolas que dejan las cosas muy claras, pero muy claras : «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido’. Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión».

O ésta otra: «O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: ‘Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido’. Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta». 

¿En qué actitud estás tú? Supongo que todo queda muy claro.