![]() |
(Mt 16,13-19) |
En muchos momentos doy gracias al Espíritu de Dios por haber recibido la fe, pero también tomo conciencia de la aportación de los apóstoles Pedro y Pablo, de forma especial, por su apertura y entrega a la acción del Espíritu para derramar y entregar sus vidas en la proclamación y extensión del Evangelio.
Que hubiese ocurrido con mi fe si ellos no la extienden y la derraman, junto a sus compañeros, a lo largo y ancho del mundo. Santiago, parece adjudicarle la tradición que fue el responsable de traerla a la península y de ahí a toda España. ¿Qué hubiese ocurrido si los Reyes Católico, impulsados por su celo apostólico, no se esfuerzan en llevarla a todos los lugares descubiertos?
Descubrimos que cada cual tiene la misión de propagar la fe recibida, de forma gratuita y entregada, para la salvación del mundo. Pero también descubrimos que es el Espíritu de Dios quien nos asiste, nos impulsa y nos ilumina para que fortalecidos en El seamos capaces de transmitirla y propagarla: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto
la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi
vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las
llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado
en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los
cielos».
Posiblemente, muchos esperan tu palabra y tu testimonio para descubrir al Señor o para conocerlo mejor. Quizás para muchos serás el eslabón en sus vidas que les acercará al Señor. Por eso, abre tu corazón a la acción del Espíritu Santo y entregado a su Gracia camina como los apóstoles predicando con tu vida la Palabra de Dios. Amén.