domingo, 31 de mayo de 2020

LA MISIÓN IMPLICA LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO

san Juan (20,19-23) - Buscar con Google (con imágenes) | Domingo ...
Jn 20,19-23
Los primeros pasos de Jesús fueron en la presencia del Espíritu de Dios, que bajó sobre Él en su bautizo en el Jordán. El Padre lo presenta al mundo como el Hijo predilecto e inmediatamente viene sobre Él el Espíritu Santo. Todos los pasos de Jesús son acompañados y dirigidos por el Espíritu de su Padre, que le acompaña y con el que forman un solo Dios. Padre, Hijo y Espíritu Santo constituyen el misterio de la Santísima Trinidad.

Y el Padre envía al Hijo para anunciarnos su amor y su oferta de salvación hasta el extremo de entregarlo para devolvernos la dignidad de ser sus hijos y la gloria plena de vida eterna. Pero, cumplida su misión, el Hijo retorna al Padre, donde ha estado y existido siempre y retoma su misión, que continúa hasta nuestros días, el Espíritu Santo. Ese Espíritu Santo dador de vida, viento libre e impetuoso, aliento, lengua de fuego. Su misión es construir la comunión en la diversidad (Julio Colomer Casanova, sj).

No se trata de ser iguales, para eso el Espíritu reparte dones diferentes, pero sí, esos dones siendo diferentes van encaminados a la misma misión, es decir, pretenden que el amor se instale en todos los hombres y esa sea la clave y la esencia de su relación. Porque, cuando vive el amor en medio de los hombres, se establece la paz, la verdad y la justicia. Y esa es la misión y la acción del Espíritu en cada uno de nosotros. De no ser así seguramente no estamos dejándonos dirigir por sus impulsos.

La Iglesia continúa, a través de sus miembros, siguiendo los impulsos y movimientos del Espíritu Santo. Un Espíritu Santo que exige y pide nuestra libertad para poder actuar. Y ahí se fragua la lucha que da sentido a toda nuestra vida, la verdad contra la mentira, el bien contra el mal. Un Espíritu Santo que nos lleva a relacionarnos en la reconciliación y en la comunidad para ser uno como lo son el Padre y el Hijo.