viernes, 10 de abril de 2020

MISTERIO DE FE, DE AMOR Y DE ESPERANZA

Pin en Viernes Santo
Jn 18,1—19,42
Esta muerte de Jesús, la Divinidad Suprema, en la cruz no se entiende. Todos los que esperamos un Dios, nos lo imaginamos poderoso, fuerte e invencible. Nadie puede pensar en un Dios pequeño, débil y vencible. Y aparecido para sufrir y terminar con una muerte de cruz. La muerte más miserable para, precisamente, los miserables. Nos preguntamos, ¿qué Dios es este?

Eso es lo que pensamos todos desde el principio. No entra en nuestras cabezas y no podemos entenderlo. Sin embargo, Dios se presenta bajo el misterio de la fe. No podemos entender sus planes ni sus proyectos y necesitamos la fe. Fiarnos de Él que permanece escondido en ese misterio y que se entrega voluntariamente a esa muerte. Nadie se la quita, sino que es dada por amor. Otro escondido misterio al que no podemos llegar. Por Amor Dios entrega a su Hijo, que acepta voluntariamente, y para mostrarnos su verdadero y gran Amor muere en la cruz. Misterio de Amor.

Y, por último, bajo este misterio de sufrimiento por Amor, se esconde el misterio de esperanza. Una esperanza que me alumbra y fortalece el camino de que lo ha hecho y lo hace en cada Eucaristía por mí. Por mí y por ti. Por todos. Porque, lo que triunfa y permanece es el Amor. Así lo manifestó aquel centurión - pagano y, por supuesto ateo - que viendo la mansedumbre, la silenciosa actitud de no culpar ni exigir nada a nadie, la humildad y aceptación de sus sufrimientos, la impoluta de su Corazón y su entrega a la Voluntad de Padre, exclamó que Jesús era el verdadero Hijo de Dios.

Por eso, vivamos estos días en contemplación y acción. Contemplación de Cristo Jesús Crucificado y en la meditación de los pasajes evangélicos de la Pasión y Muerte del Señor.