jueves, 23 de abril de 2020

POR ENCIMA DE ESTE MUNDO

El que cree en el Hijo tiene vida eterna (Juan 3,31-36)
Jn 3,31-36
Sabemos lo que nos espera en este mundo. No tenemos conciencia de cómo hemos venido a este mundo, ni tampoco cuando, pero sí de que estamos en él. Hoy tomamos conciencia de que existimos, de que hemos nacidos y de que moriremos también, pero, ¿todas nuestras esperanzas son de este mundo? Porque, de de ser así nuestras esperanzas son muy limitadas. ¿A qué aspiramos si todo se acaba en este corto mundo?

Todos sabemos, porque lo hemos experimentado, que nuestras aspiraciones más profundas están más arriba de este mundo. Es decir, aspiramos a algo más que a las cosas de este mundo. Para empezar, deseamos y queremos ser eternos, vivir para siempre y experimentamos que eso es lo que nos embarga y llena de felicidad. De hecho, pasamos nuestra vida cuidándonos y tratando de estar siempre saludable. ¡No queremos morir!

Y es justa esa aspiración porque hemos sido creados para la eternidad. Jesús, el Señor e Hijo de Dios, ha venido, no para juzgarnos sino para salvarnos. Él nos viene a dar la salvación eterna y la plena felicidad, pero, cuenta con que nosotros la queramos. Nos la ofrece gratis porque su amor es de locura. Nos ama tanto que nos entrega su propia Vida. El Padre así se lo ha mandado y Él, fiel y dócil a su Padre lo ha aceptado voluntariamente. 

Y nosotros, ¿a qué esperamos? Porque, la vida eterna está en creer en su Palabra y seguirle en la actitud y el esfuerzo de seguirle a cada instante de nuestra vida. Todo lo demás no importa. Son palabras y cosas de este mundo que aquí mismo se quedarán. Sólo Él es Vida Eterna y ha venido a dárnosla gratuitamente. No perdamos más tiempo y sigamos tras sus pasos.