miércoles, 1 de noviembre de 2023

AMAR, A PESAR DE NUESTROS PECADOS

No eres perfecto, sí pecador. Quizás sea ese el primer paso que debemos dar: «Reconocernos pecadores» porque, de no reconocernos pecadores no seremos salvados por la Gracia y el Amor Misericordioso del Señor. Y no porque nuestro Padre Dios no quiera, sino porque nosotros, creados libres por su Gracia, no se lo permitimos.

Jesús, nuestro Señor e Hijo de Dios verdadero, ha venido, esas son sus Palabras, ha salvarnos del pecado. Eso debe suponer primero que somos pecadores. Pecadores siempre hasta llegar al Señor. Solo Él nos puede limpiar para siempre. Eso significa que, mientras andamos por este mundo, estaremos siempre acompañados del pecado. Y eso no debe preocuparnos sino darnos fortaleza y esperanza para luchar en el esfuerzo de mejorar y quedar limpio.

Nuestra esperanza está puesta en el Señor. Será Él quien nos limpiará y nos librará de la compañía del pecado. Por eso será de vital importancia reconocernos pecadores y confiar en el Señor. Esforzarnos en vivir en su Palabra y experimentar que solo por ese camino iremos mejorando y siendo cada día, aunque haya retrocesos, un poquito más santos.

Precisamente, hoy celebramos el día de todos los santos. Santos que no están en los cementerios sino en la presencia de Dios y, en y con Él, plenos de alegría y gozo. Y mañana, días de los difuntos, rezaremos por los que van en camino – Purgatorio – de purificarse y llegar al Paraíso, junto a nuestro Padre Dios.

Porque, son santos todos aquellos que han vivido alguna de esas Bienaventuranzas de las que el Señor nos habla hoy en el Evangelio. Porque, son santos todos aquellos que reconociéndose pecadores confían en el Señor y, en Él, esperan ser limpios de la esclavitud del pecado. Porque, son santos todos aquellos que, por la Gracia de Dios, aún sin darse cuenta, son capaces de amar desinteresada y gratuitamente mientras caminan por este mundo.