viernes, 13 de marzo de 2020

LA UTOPÍA DEL AMOR

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Mt 21,33-43.45-46
Para muchos vivir en la verdad y la justicia les suena a utopía. Muchos consideran que no se puede ir contra corriente, hasta en las inclinaciones sexuales y que hay que adaptarse a sus impulsos y exigencias. Incluso, sin darse cuenta, eso supone aceptar y admitir a la mujer como un objeto de placer, pues hay que acceder a ese impulso natural de eyacular que nos exige no prescindir de relaciones sexuales. ¿Acaso no se puede controlar?

Y digo esto porque en alguna ocasión algún joven me la ha cuestionado ¿Para qué nos sirve la voluntad?, porque, si algo nos diferencia de los animales es que, a diferencia, valga la redundancia, de nuestra racionalidad y capacidad de pensar, decidir y elegir, tenemos también voluntad para corregir nuestros impulsos y dirigirlos al bien común dentro del respeto y la dignidad de la persona humana.

El Evangelio de hoy nos habla de esa posible utopía que el hombre se plantea con respecto a la propuesta de Jesús, la Buena Noticia de Amar. Y es que en el fondo de nuestro corazón ha sido sembrada la semilla del amor. El hombre experimenta ese impulso de amar y hacer el bien y, a pesar de sus debilidades y de sus apetencias egoístas es consciente de lo que está bien y de lo que está mal. Sabe que sus impulsos y apetencias que le satisfacen no deben ser utilizados a su libre albedrío y satisfacción, pero, también experimenta las dificultades que eso le plantea. Se entabla la lucha diaria del bien contra el mal. El amor o el pecado.

Esta es la disyuntiva que se nos plantea cada día. Jesús nos propone un camino. Un camino que exige renuncias, despojo, sacrificio y lucha constante, pero no nos deja solos. Sabe de nuestras debilidades y de nuestras apetencias y, para eso, nos promete ayuda, compañía y la asistencia del Espíritu Santo que, desde el día de nuestro bautismo, nos acompañará para superar todos esos obstáculos y convertir eso que nos parce utopía en realidad.