(Lc 19,1-10) |
Curiosidad, inquietud o simplemente deseos de conocer son los móviles que nos impulsan a movernos y tratar de encontrarnos con ese Jesús del que tanto se habla. Su personalidad atrae y despierta curiosidad, y Zaqueo, aquel jefe de publicano, se sintió atraído por la Persona de Jesús.
Y no reparó en gestos o esfuerzos para tratar de satisfacer esa curiosidad, hasta el punto de subirse a un árbol, pues era pequeño de estatura, con el fin de conseguir verlo. Su inquietud por conocerlo superaba a sus miedos al ridículo o al compromiso. Nunca sabremos como transcurrió aquella conversación de Zaqueo con Jesús, pero si sabemos los resultados de la misma.
Zaqueo transforma su vida, hasta el punto de compartirla con los más desfavorecidos y adquiere el compromiso de restituir cuatro veces más a todo aquel del que considere haberse aprovechado. Queda al descubierto que el encuentro de Zaqueo con Jesús tuvo sus consecuencias y compromisos, y es que sólo hay encuentro cuando de él se desprenden cambios y transformación en la vida de la persona.
¿Está nuestra vida sufriendo y descubriendo ante los demás estos cambios y transformaciones? ¿Hay respuestas al encuentro con Jesús que transforman mi vida?