sábado, 3 de febrero de 2024

UNA MISERICORDIA SIN PRISA Y QUE ESPERA

Mientras tu vida está en camino, la Misericordia de Dios va a la par. No sabe de prisas ni de tiempos. Te espera pacientemente y te ofrece su incondicional amor misericordioso. Solo necesitas abrirte a su Palabra y poner tu corazón en camino de conversión. Precisamente vamos a entrar en pocos días en la Cuaresma, camino para acrecentar nuestra fe y conversión.

Sin el Señor nuestro camino está desorientado, dubitativo, perdido y sin posibilidad de encontrarlo. El mundo nos puede y nos seduce hasta vencernos y, quizás sin darnos cuenta, alejarnos del Señor y debilitar nuestra fe hasta el punto de destruirnos. Necesitamos imperiosamente encontrarnos con el Señor, escuchar su Palabra y abrir nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo que ha venido a nosotros en la hora de nuestro bautismo.

Se hace necesario tener paciencia, no correr, pero tampoco quedarnos parados. El camino de conversión es camino lento pero sin pausas, sin estridencias, sin locuras. Paciente, confiado, esperanzado y abierto a la acción del Espíritu Santo. Es camino de injerto en el Espíritu de Dios y de alimentarnos de su Cuerpo y Sangre que nos proporciona la maduración de la fe y los frutos del Espíritu Santo.

Tengamos presente que Dios camina a nuestro lado. Lo tenemos siempre presente y abierto a recibirnos misericordiosamente. Nos lo digo de manera magistral y cariñosa en la parábola del hijo pródigo. ¿Recuerdas?