domingo, 22 de noviembre de 2020

CADA DÍA ESTAMOS JUGÁNDONOS LA VIDA ETERNA

Mt 25, 31-46

Si miramos que cada día tenemos una nueva oportunidad para atesorar puntos - por expresarlo de alguna manera - para hacer que mi Vida Eterna, a la que estoy destinado, sea gozosa y plena de felicidad, descubrimos que nuestros días tienen un valor extraordinario y valen su peso en oro. Tomar conciencia de lo que nos estamos jugando es lo más grandioso que podamos hacer. Resulta, igual no te enteras, que cada día te juegas el vivir feliz y gozoso eternamente. ¿Te das cuenta? ¿Lo has pensado alguna vez?

Pues, te doy un consejo. Debes pensarlo y, al menos, escuchar a quien te lo dice, conocerlo y saber que ha anunciado y cómo lo ha anunciado. Igual no le conoces por ti mismo, sino por lo que te han contado otros, y eso puede engañarte o no ser lo correcto. Es mejor conocerlo personalmente, de buena tinta y, después sacar tus conclusiones. 

¿Por qué te digo esto? Porque, conózcalo o no, al final tú serás responsable de lo que hagas y, también, de que no hayas querido conocerlo o te hayas dejado llevar por los que te lo han presentado engañosamente. Así, que mejor hacerlo por decisión propia y responsablemente. Porque, si te acercas seriamente y abierto a escucharle, seguramente te gustará, porque lo que dice es la verdad y coincide con la que tú quieres y llevas impresa en tu corazón. Quizás no la vivas, pero sabes que es lo que debes vivir. Quizás quieras justificarte que no tienes voluntad o te es muy costoso, pero, si se lo dices y planteas así, Él te ayudará y el esfuerzo será más llevadero.

Quieras o no, tarde o temprano te encontrarás con Él, y, a partir de ese momento ya no habrá marcha atrás ni ninguna posibilidad de enmendar ni arrepentirte de nada. Todo se ha consumado y gastado. Dejas de ser libre y recibirás la vida que has querido elegir y has vivido. El Evangelio de hoy domingo te lo dice muy claro. Te aconsejo que te tomes un tiempo y lo leas tranquilamente. Y no te asuste, pues Jesús te avisa y se brinda a ayudarte. No quiere que estés en la izquierda. Le gustaría que estés en la derecha.