Jn 20,1-2.11-18 |
Sin
embargo, por la Gracia de Dios, esto no ha sucedido y Jesús – el Hijo de Dios,
el Mesía prometido y enviado – ha Resucitado. Una Resurrección que es cierta y
se apoya en el testimonio, a pesar del tiempo, de aquellas primeras mujeres y
los apóstoles. Y la Iglesia – continuadora de su Misión y Anuncio de la Buena
Noticia – lo ha y sigue proclamándolo a través de los siglos.
Realmente
Xto. Jesús Vive y camina con todos aquellos que creen en Él. Y, también, permanece
al lado de los que no creen esperando su conversión y fe. Es verdad que cada
cuál tiene su propia experiencia de encuentro con el Señor, pero, también es
cierto que esa experiencia hay que buscarla, desearla y quererla. No te puedes
encontrar con alguien a quien no buscas o le abres tu corazón.
―Qué
te parece ―dijo Manuel― cuando vio que Pedro permanecía impávido y en silencio.
―Hombre
―respondió Pedro. Es el fundamento de nuestra fe. ¡Si no creemos en la
Resurrección apaga la luz y vámonos.!
―Indudablemente
―dijo Manuel. Pero, no es fácil creer. La duda está siempre presente y nos
amenaza en muchos momentos de nuestra vida. Sobre todo cuando las cosas no son
adversas.
―¡Claro
―dijo Pedro! El diablo, que también existe, está al quite y se aprovecha de
esos momentos para tentarnos y aumentar nuestras dudas.
―Así
es, pero debemos mantenernos firmes como roca y pensar que el Señor está Vivo y
a nuestro lado. Hay muchas razones y testimonios que lo prueban. Jesús murió
para, al tercer día, Resucitar y darnos esa prueba de su Divinidad, Poder y
Amor Misericordioso.
Puedes decir todo lo que quieras, pero nunca podrás demostrar que Jesús no resucitó. Sin embargo, la Resurrección de Jesús tiene muchos testimonios de mucha gente que ha dado su vida por su fe en ella. Y, continúan hoy muriendo y dando sus vidas por la fe en que Jesús ha Resucitado. También, quien suscribe esta humilde reflexión, cree en la Resurrección de Jesús, el Hijo de Dios.