lunes, 10 de enero de 2022

LLEGÓ EL MOMENTO, JESÚS EMPIEZA A PROCLAMAR EL EVANGELIO

 

Juan ha sido encarcelado y Jesús empieza – en Galilea a proclamar el Evangelio – cumpliendo así la misión a la que ha sido enviado por su Padre: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva».

Jesús sabe que tiene que anunciar el Amor y la Misericordia Infinita de su Padre. Precisamente, ese es el Reino de Dios, que  se hace presente en Él. Porque, Dios no es un Rey de pecadores, sino un Rey de Amor, Justicia y Paz. Un Rey que pide y busca la reconciliación con todos los hombres y mujeres, a los que por su Amor Misericordioso e Infinito les da la dignidad de hijos.

Y eso es lo que anuncia Jesús, enviado por el Padre, a buscar la reconciliación – perdida por el pecado – del hombre con Dios, su Padre. Una reconciliación que exige también la reconciliación entre todos los hombres. Porque, amar a Dios no se concreta en un amor directo y exclusivo con Dios, sino que se ama a Dios en la medida que estás en reconciliación amorosa y misericordiosa con todos los hombres. Es el mandato supremo: «Amar a Dios, sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo».

Por eso, desde la libertad – hemos sido creados libres – se nos exige reconciliación universal, primero con Dios y, en el mismo plano, con todos los hombres. Porque, sin lo segundo, no se puede confirmar lo primero. Quien dice lo primero y no cumple lo segundo, miente. Ese es el núcleo de la Buena Noticia. Una Buena Noticia que, no sólo la proclama Jesús, sino que la vive expresándola con sus obras, hasta el punto que su vida se resume en pasar haciendo el bien.

Un amor que también se extiende a la conservación del habita donde el hombre peregrina hacia la Casa del Padre. De momento, el mundo es su casa y, a través de él, camina hacia la Casa del Padre. Y, conviene y es necesario que esa casa mundana sea también conservada y cuidada. Y esta triple misión, de reconciliarnos con nuestro Padre Dios, también entre nosotros mismos y cuidar del mundo en el que vivimos todos, es trasmitida por Jesús a esos discípulos a los que llama para que proclamen esa Buena Noticia.