martes, 12 de octubre de 2021

EL MAYOR PIROPO A UNA MADRE

 

 

Lejos de parecer un reproche, lo que dijo Jesús fue el mayor piropo que se puede decir de una madre. Y, claro, sabemos que Él lo sabía. Estuvo, encarnado en Naturaleza humana nueve meses en su vientre, que le sirvió de cuna para venir a este mundo. Su disponibilidad y su "SÍ" a la Voluntad de su Padre le permitió al Hijo de Dios - encarnado - hacerse hombre y habitar entre nosotros.

No hay cosa más grande que se pueda decir de una criatura. María, Madre de Dios y, por la Gracia y Misericordia del Hijo, Madre también de todos nosotros. María entrañó a la misma Palabra que habitó dentro de su vientre hasta despedirla de este mundo al pie de la Cruz. María estuvo siempre atenta a la escucha de esa Palabra que ella aceptó voluntariamente y de la que se hizo esclava: "Hágase en mí según tu Palabra" - Lc 1, 38- haciéndola vida de su propia vida. Fiel y obediente a la Voluntad del Padre aceptó su mandato humillándose ante su Grandeza y Misericordia.

María, la Madre de Jesús, es el ejemplo y testimonio de la fiel cumplidora que, escucha la Palabra y la hace vida llevándola a su vida. Jesús, que es hijo y testigo directo de esa vida, la piropea poniéndola - aunque indirectamente - como ejemplo de bienaventurada porque escucha y cumple la Palabra. Ella nos enseña y nos guía para encontrar el verdadero Camino que nos lleva a Jesús.