domingo, 10 de febrero de 2019

LAS OBRAS DAN AUTORIDAD A LA PALABRA

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Lc 5,1-11
Jesús da autoridad a su Palabra certficándola con las obras. Pedro es el testimonio y la consecuencia de lo que digo. Por supuesto, Pedro cree, o al menos confía en el Señor, y, porque Él lo ha dicho, Pedro, después de estar toda la noche bregando sin pescar nada, echa de nuevo la red según le ha ordenado Jesús. Y ocurre lo que nadie esperaba. Una vez más la Palabra de Jesús afirma su autoridad.

Ante esta forma de hablar y de cumplir lo que se habla no hay otra manera de responder sino como hace Pedro y los que le acompañaban: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

¿Seguimos también nosotros al Señor al oír su Palabra? Seguramente, pensamos que estamos en desventaja, pero no es esa la realidad. Nosotros sabemos más que ellos y, precisamente, por ellos. Sabemos que Jesús es el Hijo de Dios y que ha Resucitado. Ellos no sabían eso y sólo estaba sorprendido y admirados del poder de la Palabra de Dios ante el milagro de la pesca, pues se habían pasado toda la noche tratando de pescar sin ningún resultado.

También nos ocurre a nosotros en este momento. Quizás echamos nuestras redes sin resultado ninguno. Al menos eso nos parece, pues no vemos los frutos. Y eso no debe desanimarnos. Puede ser que se deba a nuestra torpeza, nuestros errores y pecados, o que no es el tiempo de que la semilla torpemente plantada por nosotros dé los frutos apetecidos. Tengamos la paciencia debida y la esperanza de que el Señor nos invite, como a Pedro, a echar las redes de nuevo, y confiemos en su Palabra.

De todas maneras es Él quien siembra y quien recoge los frutos, pues es Él el autor de todo. Nosotros, simples instrumentos, debemos obedecer, como Pedro, y estar dispuesto a echar la red cada vez que el Señor nos invita a ello. Tengamos confianza.