domingo, 31 de octubre de 2021

DIOS, SOBRE TODAS LAS COSAS

 

Sin darnos cuenta nos confundimos cuando creemos que estar cerca de Dios consiste en hacer buenas obras en favor del prójimo. Es verdad que eso es bueno y necesario y, además, señal de nuestra fe, pero, lo primero y fundamental es conocerle para amarle. Sin amor a Dios nada es posible. 

Bien, es verdad, que amar a Dios exige conocerle. Y conocerle exige a su vez permanecer a su lado anunciándole y aprendiendo de sus enseñanzas. Sin estar a su lado no se le puede conocer y, menos, escuchar, que no consiste en oír, sino en dejar que su Palabra llegue a nuestro corazón y anide en él convirtiéndole y transformándole.

Pero, además, ahora en nuestro tiempo, tenemos que alimentarnos espiritualmente de su Sangre y Cuerpo en la Eucaristía. Sin ese Alimento difícilmente, por no decir imposible, no podemos estar a su lado. Eso sí, podemos ponernos al lado, pero no estar a su lado. Algo así parecido como el hijo mayor de la parábola del hijo pródigo. Estaba al lado de su padre, pero nunca a la escucha de su Padre.

Amar a Dios es lo Primero de todo y, tan primero que todo lo demás será y vendrá por añadidura. Porque, en definitiva, es Dios quien obra y actúa en nosotros.